CUANDO LLEGA EL HURACÁN

Nadie, humanamente hablando, puede detener la llegada de un huracán o tormenta tropical, son devastadores. Los ciclones tropicales producen grandes daños en las zonas costeras, también producen lluvias torrenciales que, a su vez, pueden producir inundaciones y deslizamientos de tierra.

Nunca he pasado por un huracán, a excepción de vivir con mi suegra.  Sin embargo, tengo amigos que han vivido dicha experiencia, algunos me dicen que es emocionante el momento en el que llegan los fuertes vientos, otros se sienten en angustia constante, los embarga una ansiedad que no les permite estar tranquilos.

Algunos me han manifestado que la mejor manera de afrontar un huracán es previendo lo que te haga sentir seguro.  Es decir, tener en cuenta, suministros de emergencia tales como alimentos y medicamentos, artículos de seguridad, productos para la higiene personal entre otras cosas.  Resguardar a las mascotas, buscar lugares especiales para personas mayores y proteger la casa, en caso de que estas medidas no sean suficientes, lo mejor es evacuar a una zona de seguridad o un refugio preparado para tales ocasiones.

Sin embargo, aunque hagamos un montón de cosas para protegernos, cuidar a los nuestros y resguardar nuestros bienes, los huracanes son impredecibles, puedes medir su fuerza, pero no sabes en qué momento pueden aumentar su poder repentinamente, hay muchas cosas que ningún experto puede calcular, incluso la trayectoria puede variar de un momento a otro y no hay forma de prepararse para eso.

Curiosamente la misma fórmula ocurre en nuestra vida. Los huracanes siempre van a venir, tienen su temporada en el año.  Algunas personas se preparan y otras no.  La Biblia dice en Proverbios que la sabiduría de la hormiga reside en que, sin ser un pueblo fuerte, se prepara durante el verano. La razón es que instintivamente saben que el invierno siempre va a llegar y puede ser devastador si no se preparan. ¿Cómo te preparas espiritual y emocionalmente para las temporadas difíciles de tu vida?  Hay quienes han tomado decisiones garrafales en medio de una crisis, abandonan su hogar, se divorcian, han llegado a quitarse la vida y todo esto responde a una mala preparación durante los tiempos de tranquilidad y sosiego.

Si ya viviste algunos huracanes, puedes aprender de esa experiencia y mejorar tu preparación, no sólo conformarte con haberlos superado y dejarte llevar por la “experiencia” sino desarrollar nuevas y mejores estrategias.  Aun así, debes estar consciente que siempre habrá momentos para los que no sabrás cómo prepararte o qué hacer y es donde sólo decides confiar.  Alguien dijo una vez:

 “No sabemos que Jesús es lo único que necesitamos hasta que se convierte en lo único que tenemos”.

En esos momentos donde no sabes qué hacer o cómo hacerlo, simplemente decide confiar y esperar a que el viento pase, el mismo Jesús dijo: “en el mundo tendréis aflicción, pero confíen porque yo he vencido al mundo».  El secreto para los tiempos difíciles donde todo es confusión está en confiar, en saber que Dios sigue estando en control y aunque esté silente, no significa que esté ausente.

Mis amigos me cuentan que es estresante estar en medio de un huracán, sin embargo, tengo un amigo loco que lo disfruta, él sale y abre la puerta para ver los fuertes vientos y sé de uno que otro caza tormentas que ama ver el poder de la naturaleza en acción.  Detrás de eso creo que hay algún tipo de trastorno o definitivamente una fuerte confianza en que, a fin de cuentas todo va a estar bien y siempre que te sientas seguro en el lugar donde estás, puedes apreciar el proceso.

SON NECESARIOS

Quiero compartirte algo que encontré en esas búsquedas desordenadas en las redes sociales, fue escrito por una usuaria de Instagram:

“Querida Irma: gracias por bajarle la temperatura al océano atlántico, de seguro los corales están de fiesta.  Gracias por renovar los bosques, por limpiar los ríos, por unir al pueblo. Gracias por recordarnos que el planeta sigue vivo, que se está calentando y que debemos seguir trabajando y educando para que los que vivimos aquí hagamos cambios definitivos al respecto. Gracias por recordarnos que sólo somos humanos.  Que no somos superiores al poder de la naturaleza.  Gracias por las familias que se quedarán en su casa y compartirán como hace tiempo no lo hacían.  Por los juegos de mesa y el uno.  Gracias por el vecino que ayuda al vecino, por los pensamientos y las oraciones que nos dedican amigos y familia en el extranjero.  Gracias por los que se dan la mano, gracias por lo que nos das y por lo que nos quitas, quizás lo que nos quites nos ayude a tener una vida más simple, sin apegos y más enfocada en las cosas que son realmente importantes.”

Parece loco agradecer a un fenómeno climático mirando a nuestro alrededor todo el desastre que está causando, pero la verdad detrás de todo esto es que tal como lo expresa la Biblia, aun los eventos que parecen ser los más desafortunados, tienen un propósito más allá de nuestra propia comprensión simplista de la vida.  Extrañamente, aunque sus efectos en las poblaciones pueden ser catastróficos, los ciclones tropicales pueden reducir los efectos de una sequía. Además, transportan el calor de los trópicos a latitudes más templadas, lo que hace que sean un importante mecanismo de la circulación atmosférica global que mantiene en equilibrio la troposfera y mantiene relativamente estable y cálida la temperatura terrestre.

Así como son necesarios los huracanes para el ecosistema, así son necesarias las pruebas para nuestras vidas.  Es posible que estés viviendo un huracán terrible justo ahora, estoy seguro que también tiene nombre: enfermedad, duda, soledad, depresión, pobreza, despropósito.  Sea cual sea el nombre, debes comprender que este huracán, es necesario para equilibrar tu vida en esa área en específico que necesitas trabajar.

Yo mismo he tenido que pasar por varios huracanes en mi vida que han sido necesarios.  crisis financieras, de propósito, matrimoniales.  Lo que debo reconocer es que cada uno de esos huracanes sirvieron para enfocar mis decisiones en aquello donde Dios estaba poniendo el peso de su presencia.

El pastor y teólogo Wayne Cordeiro expresa lo siguiente en su libro “Zarandeados”:

“Cuando el pueblo de Israel caminaba por el desierto según el relato bíblico, dice que eran acompañados por una columna de fuego por la noche y una nube durante el día.  Era la presencia de Dios misma que iba guiando a los hijos de Israel a través de una de las pruebas más duras que les tocaría vivir, el desierto.  La palabra hebrea que se traduce como “gloria” es kabod, que traducida literalmente significa “peso”.  En otras palabras, lo que seguimos es el peso de Dios y, cuando lo hacemos, él nos guía a través de las temporadas de desierto (yo agrego huracanes), que se producen en nuestra vida, rumbo a la plenitud de sus promesas para nuestro futuro.  Cuando se mueve el peso de Dios, el punto de apoyo de nuestra vida se moverá, dejándonos una vez más con una sensación de desequilibrio.  Según vamos moviendo nuestro punto de apoyo, siguiendo la gloria de Dios, crecemos y nos vamos transformando a semejanza de su gloria, volviéndonos cada vez más parecidos a Jesús”.

En conclusión, los huracanes son necesarios para guiar tu enfoque sobre las áreas que necesitas trabajar, si sigues el peso de la presencia o gloria de Dios, encontrarás en su voluntad los elementos necesarios para soportar con gozo los vientos fuertes que han de venir:

1.    Prepárate durante los tiempos de aparente calma.

2.    Recuerda que tu primer y último recurso no es la preparación, sino la confianza en algo superior a ti y a la naturaleza misma del problema.  Es decir, Dios.

3.    Entiende que los huracanes son necesarios para purificar, limpiar y corregir cosas en tu vida y sobre todo para fortalecer tu fe.

Espero que lo hayas disfrutado, no olvides compartir con otros y suscribirte al blog.

 Con amor, Pastor Arnold Sierra.